Cuando el deseo de tener un bebé empieza a hacerse más fuerte, muchas personas optan por lo que se siente más lógico y al alcance: comer mejor, tomar suplementos, buscar estar más tranquilas. Y aunque estos cambios parezcan chiquitos, en realidad forman parte de algo más grande: volver a confiar en tu cuerpo.

En ese camino también es común que se exploren otras opciones más integrales, que combinan mente, cuerpo y energía: acupuntura, meditación, reiki, homeopatía o terapia neural. Para algunas personas, todo esto puede ser un alivio real, una forma de sentirse mejor, más conectadas consigo mismas.

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¿Pero estas opciones alternativas realmente ayudan a embarazarte?

La verdad es que… depende. Depende de la causa, del cuerpo de cada quien, y de qué se esté buscando exactamente: si una ayuda para sentirse mejor en general, o una solución médica a un problema específico. Muchas veces pueden complementar el proceso, pero difícilmente sustituyen lo que solo un diagnóstico médico puede darte: Certeza y claridad. 

La fertilidad: un concepto que también ha evolucionado

Durante generaciones, la fertilidad humana se asumía como un proceso natural e inevitable. La mayoría de las personas tenían hijos en sus veinte, cuando biológicamente el cuerpo estaba más preparado para hacerlo. Hoy, con más acceso a educación, libertad y autonomía, esa línea de tiempo ha cambiado. Y aunque esto nos ha permitido elegir con mayor consciencia el momento para convertirnos en madres o padres, también ha expuesto ciertas verdades: incluso con hábitos saludables, el paso del tiempo afecta nuestras posibilidades reproductivas.

Lo que entendemos hoy por infertilidad no es lo mismo que hace treinta o cuarenta años. Antes, muchas parejas simplemente “no tenían hijos” sin saber por qué. Hoy, sabemos que hasta un 40% de los casos se deben a causas masculinas, y otro tanto a causas femeninas, genéticas o embriológicas. Y aunque estadísticamente parece que la infertilidad es más común, lo que ocurre es que tenemos más herramientas para detectarla… y tratarla.

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Las terapias alternativas pueden sumar, pero el diagnóstico es el que guía

Aunque muchas veces se habla de la medicina holística como si fuera magia o placebo, lo cierto es que algunas terapias alternativas tienen beneficios reales y medibles… aunque no siempre en términos de fertilidad directa.

La acupuntura, por ejemplo, puede ayudar a mejorar la circulación sanguínea en la zona pélvica, regular el ciclo menstrual y reducir el estrés. El reiki y la meditación ayudan a calmar la mente y reconectar con el cuerpo, lo cual puede ser muy valioso cuando se vive con ansiedad por lograr un embarazo. La homeopatía o la terapia neural se utilizan con fines de regulación general del organismo, aunque su eficacia depende mucho del contexto clínico y de la persona.

Este tipo de terapias no sustituyen un tratamiento médico, pero sí pueden ser una forma de acompañarlo. Muchas veces, complementarlas con un enfoque alópata es una manera saludable de transitar el proceso: el cuerpo se trata, la mente se calma, y el proceso se vive con mayor bienestar.

Eso sí: siempre es importante hacerlo con supervisión médica, especialmente cuando ya hay un diagnóstico claro o se está por comenzar un tratamiento de reproducción asistida.

La reproducción asistida: opciones según la complejidad de cada caso

En Nascere abordamos la fertilidad como lo que es: un proceso complejo y profundamente personal. Por eso, antes de recomendar tratamientos como la inseminación artificial o la Fecundación In Vitro (FIV), realizamos estudios clínicos y genéticos para conocer a fondo cada caso. Porque cada historia tiene su origen… y su mejor camino.

Estos son algunos de los estudios con los que trabajamos:

  • Estudios hormonales: permiten evaluar la reserva ovárica y el funcionamiento del ciclo menstrual.
  • Estudios seminales: analizan la calidad del esperma y detectan alteraciones.
  • Cultivo de muestras endometriales (Emma, Alice y Era): detectan infecciones, flora uterina y el mejor momento para la implantación del embrión.
  • Cariotipo y pruebas genéticas: identifican posibles causas hereditarias o cromosómicas.
  • Biopsias y pruebas inmunológicas: útiles en casos de abortos recurrentes o fallos de implantación.

En temas de fertilidad, no existe una única respuesta ni un solo camino válido. A lo largo de este texto hemos hablado de cómo muchas personas encuentran alivio o apoyo en terapias alternativas, y cómo otras eligen rutas más científicas o convencionales. La verdad es que, en muchos casos, una combinación de ambas perspectivas puede ofrecer no solo mayor bienestar, sino también mejores resultados.

La reproducción asistida no debe entenderse como un recurso extremo, sino como una alternativa con sustento científico, diseñada para atender distintos niveles de complejidad reproductiva. Cuando se integra desde un enfoque interdisciplinario, con diagnóstico, seguimiento y claridad, puede marcar la diferencia entre múltiples intentos fallidos, frustración, y la realización de uno de los mayores sueños: la maternidad. 

Si ya has recorrido caminos desde lo natural o lo alópata y aún no logras el embarazo que esperas, tal vez sea momento de mirar con otros ojos tu historia reproductiva. En Nascere, creemos que cada intento merece respuestas actualizadas y un plan diseñado con estrategia, tecnología y acompañamiento humano.